De domingo
No hay lluvia en la ventana, ni tristeza cercana. Creo que no me puedo quejar, Âży si no ha ido bien?, que más da, la semana ya acaba. ÂżEntonces? La infinita melancolĂa me invade y una familiar sensaciĂłn me envuelve. Como el alcohĂłlico se refugĂa en la bebida (de la cobardĂa); Te evoco huyendo de la tristeza. Nada que hacer, el domingo vuelve a ganar la batalla. Como una derrota ya pactada, abro mi correo, no leiste mi Ăşltima entrada? Quizá...
Con la llegada de la primavera, tu ausencia se hace más aguda, tu indiferencia cobra otro significado. Es domingo, no quiero pensar, siento como la luvia me humedece y reblandece. Raudo busco un lugar donde resguardarme. Pero la lluvĂa ya ha penetrado, mi corazĂłn navega sin rumbo, hace aguas en este inmenso oceano. Alrededor observo como yacen otras ilusiones desesperadas. Un tronco que lleva tu nombre me aferra a los Ăşltimos estertores de este infernal dĂa. A lo lejos una luz se distingue, muy a lo lejos. Su dĂ©bil haz me sirve de guĂa, se trata del lunes, preocupado por mis alaridos acelera su inexorable paso, pero estoy exhausto. Yazco inerte, sumergido en ese cálido viaje hacĂa el nuevo dĂa. Con todas mis fuerzas arrebato esta página del calendario.
Entonces una súbita esperanza me recorre, mañana quiza te vea. Pero las dudas me atormentan. ¿Como decirte todo lo que quiero? Ni siquiera sé si me lees, si me conoces, si te intereso. Máldito domingo...
No querĂa hacerlo, prometĂ nunca más hablar de domingos. Pero como no hacerlo, Âż si tu has abierto la caja de Pandora? Supuse que podrĂa hacer un blog sin más. Sin embargo tu lo invadiste todo. Una sonrisa tuya basta para escribirlo todo. No me gusta esta entrada quiza la borre, quizá nunca la publique. Pero supongo que el domingo tambiĂ©n soy yo. Es algo de mĂ que no compartĂa, ahora en cambio te lo regalarĂa. ÂżporquĂ©? No lo sĂ©, quizá esa sensaciĂłn. Quizá que contigo han vuelto los domingos. A lo mejor es sĂłlo que nunca se fueron. Que estaban allĂ esperando que tu vinieses, que les dieses el aviso, para recordarme otros tantos que no fueron y que pudieron ser. El domingo se marchita, vuelvo a mĂ, y aunque no te tengo cerca no me preocupa. Hasta el prĂłximo domingo tengo tiempo, no se porque pero siento que tengo tanto tiempo para esperarte, que no tengo miedo. SĂłlo una profunda rabia, por lo que podĂa ser y no es, por los abrazos, besos y suspiros que, dejas de recibir, sentir y oir.
El lunes te sueño, para recordarte el martes, mientras el miércoles te suspiro, el jueves me despido, pues el viernes no te veo, y añorandote el sabado, el domingo te escribo.
Lo sĂ©, otra victoria para el domingo, ya no quiero escribir, he dejado de sentir, me encierro en mi mismo. Mañana sera otro dĂa, Âżquerrás entonces ser mĂa?
Con la llegada de la primavera, tu ausencia se hace más aguda, tu indiferencia cobra otro significado. Es domingo, no quiero pensar, siento como la luvia me humedece y reblandece. Raudo busco un lugar donde resguardarme. Pero la lluvĂa ya ha penetrado, mi corazĂłn navega sin rumbo, hace aguas en este inmenso oceano. Alrededor observo como yacen otras ilusiones desesperadas. Un tronco que lleva tu nombre me aferra a los Ăşltimos estertores de este infernal dĂa. A lo lejos una luz se distingue, muy a lo lejos. Su dĂ©bil haz me sirve de guĂa, se trata del lunes, preocupado por mis alaridos acelera su inexorable paso, pero estoy exhausto. Yazco inerte, sumergido en ese cálido viaje hacĂa el nuevo dĂa. Con todas mis fuerzas arrebato esta página del calendario.
Entonces una súbita esperanza me recorre, mañana quiza te vea. Pero las dudas me atormentan. ¿Como decirte todo lo que quiero? Ni siquiera sé si me lees, si me conoces, si te intereso. Máldito domingo...
No querĂa hacerlo, prometĂ nunca más hablar de domingos. Pero como no hacerlo, Âż si tu has abierto la caja de Pandora? Supuse que podrĂa hacer un blog sin más. Sin embargo tu lo invadiste todo. Una sonrisa tuya basta para escribirlo todo. No me gusta esta entrada quiza la borre, quizá nunca la publique. Pero supongo que el domingo tambiĂ©n soy yo. Es algo de mĂ que no compartĂa, ahora en cambio te lo regalarĂa. ÂżporquĂ©? No lo sĂ©, quizá esa sensaciĂłn. Quizá que contigo han vuelto los domingos. A lo mejor es sĂłlo que nunca se fueron. Que estaban allĂ esperando que tu vinieses, que les dieses el aviso, para recordarme otros tantos que no fueron y que pudieron ser. El domingo se marchita, vuelvo a mĂ, y aunque no te tengo cerca no me preocupa. Hasta el prĂłximo domingo tengo tiempo, no se porque pero siento que tengo tanto tiempo para esperarte, que no tengo miedo. SĂłlo una profunda rabia, por lo que podĂa ser y no es, por los abrazos, besos y suspiros que, dejas de recibir, sentir y oir.
El lunes te sueño, para recordarte el martes, mientras el miércoles te suspiro, el jueves me despido, pues el viernes no te veo, y añorandote el sabado, el domingo te escribo.
Lo sĂ©, otra victoria para el domingo, ya no quiero escribir, he dejado de sentir, me encierro en mi mismo. Mañana sera otro dĂa, Âżquerrás entonces ser mĂa?
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home