miércoles, mayo 10, 2006

Canto a una sirena

Blanco papel esperando a ser rasgado por los locos trazos de este corazón traicionado. Como el caballo desbocado, mi pluma cruza este blanco paraiso.El destino incierto me mantiene errante en este inhóspito paraje, las palabras brotan como un día lo hiciera el amor. Hoy, de esa fuente que era mi corazón, no queda más que la huella de este seco río que un día fuera caudaloso. El surco erosionado ha dado paso a pequeñas humedades que tu mirada ha dinamitdo. Con renovada fuerza surge de las entrañas este torrente. A su paso, un sorprendido �tila se rinde ante la evidencia de haber sido vencido; la llanura solitaria en vergel se convierte, la fuerza de tus besos todo lo revierte. Y en el fragor de la batalla sucumbo ante la valentía de tus abrazos. Cruzo la linea de fuego en busca de tu mirada y veo como tu alma espantada se refugia en esa trinchera que juzgo como cobarde, cuando en realidad esta parapeteada por esa valentía que es pensar que no te amaría.

Asustado observo como este blanco satén se empaña con pensamientos que tu me has arrancado. Las lágrimas me recorren al pensar todo lo que me has robado (y creer que yo te lo había entregado). En su largo camino, se unen a este lago, que es mi corazón por el que tiempo llevas navegando. Mis miedos convertidos en olas arremeten contra el casco de ese tu barco que la desesperanza ha reforzado. Navega segura que no sera en este lago donde tu alma naufrague, y menos aún donde la brisa marina transporte tu alarido de socorro a la blanca arena de esta desierta isla. Desierta isla donde un pobre loco encierra mensajes en botellas de destino incierto. Una de las cuales contiene el mapa de ese preciado tesoro, que no es más que un cofre vacío ansioso de tus besos. Tiempo ha que el pobre solitario ha renunciado. Triste, solo y desvencijado, el tiempo y el viento borraran las huellas del oscuro pasado, de este turbio recorrido en una de cuyas bifurcaciones nos hemos separado. El sol del nuevo día, rejuvenecido por el matutino baño en punto lejano, espero te traiga de la mano. La sombra de esta palmera que desde el comienzo de esta desventura me ha acompañado, me cobijara del ardiente fuego que eran tus abrazos. Solo la luz de la luna bañara nuestro secreto, tranquila sirena mía, que cuando la noche sea cerrada, mi mirada servirá de faro a tu velero desorientado. Mis manos construirán el puerto que mis pensamientos soñarón, mis lágrimás mojarán las arenas que tus cabellos un día mojarón, y mi corazón soplara esas velas que una vez el mar surcarón.