Canto a una sirena
Blanco papel esperando a ser rasgado por los locos trazos de este corazĂłn traicionado. Como el caballo desbocado, mi pluma cruza este blanco paraiso.El destino incierto me mantiene errante en este inhĂłspito paraje, las palabras brotan como un dĂa lo hiciera el amor. Hoy, de esa fuente que era mi corazĂłn, no queda más que la huella de este seco rĂo que un dĂa fuera caudaloso. El surco erosionado ha dado paso a pequeñas humedades que tu mirada ha dinamitdo. Con renovada fuerza surge de las entrañas este torrente. A su paso, un sorprendido Ă�tila se rinde ante la evidencia de haber sido vencido; la llanura solitaria en vergel se convierte, la fuerza de tus besos todo lo revierte. Y en el fragor de la batalla sucumbo ante la valentĂa de tus abrazos. Cruzo la linea de fuego en busca de tu mirada y veo como tu alma espantada se refugia en esa trinchera que juzgo como cobarde, cuando en realidad esta parapeteada por esa valentĂa que es pensar que no te amarĂa.
Asustado observo como este blanco satĂ©n se empaña con pensamientos que tu me has arrancado. Las lágrimas me recorren al pensar todo lo que me has robado (y creer que yo te lo habĂa entregado). En su largo camino, se unen a este lago, que es mi corazĂłn por el que tiempo llevas navegando. Mis miedos convertidos en olas arremeten contra el casco de ese tu barco que la desesperanza ha reforzado. Navega segura que no sera en este lago donde tu alma naufrague, y menos aĂşn donde la brisa marina transporte tu alarido de socorro a la blanca arena de esta desierta isla. Desierta isla donde un pobre loco encierra mensajes en botellas de destino incierto. Una de las cuales contiene el mapa de ese preciado tesoro, que no es más que un cofre vacĂo ansioso de tus besos. Tiempo ha que el pobre solitario ha renunciado. Triste, solo y desvencijado, el tiempo y el viento borraran las huellas del oscuro pasado, de este turbio recorrido en una de cuyas bifurcaciones nos hemos separado. El sol del nuevo dĂa, rejuvenecido por el matutino baño en punto lejano, espero te traiga de la mano. La sombra de esta palmera que desde el comienzo de esta desventura me ha acompañado, me cobijara del ardiente fuego que eran tus abrazos. Solo la luz de la luna bañara nuestro secreto, tranquila sirena mĂa, que cuando la noche sea cerrada, mi mirada servirá de faro a tu velero desorientado. Mis manos construirán el puerto que mis pensamientos soñarĂłn, mis lágrimás mojarán las arenas que tus cabellos un dĂa mojarĂłn, y mi corazĂłn soplara esas velas que una vez el mar surcarĂłn.
Asustado observo como este blanco satĂ©n se empaña con pensamientos que tu me has arrancado. Las lágrimas me recorren al pensar todo lo que me has robado (y creer que yo te lo habĂa entregado). En su largo camino, se unen a este lago, que es mi corazĂłn por el que tiempo llevas navegando. Mis miedos convertidos en olas arremeten contra el casco de ese tu barco que la desesperanza ha reforzado. Navega segura que no sera en este lago donde tu alma naufrague, y menos aĂşn donde la brisa marina transporte tu alarido de socorro a la blanca arena de esta desierta isla. Desierta isla donde un pobre loco encierra mensajes en botellas de destino incierto. Una de las cuales contiene el mapa de ese preciado tesoro, que no es más que un cofre vacĂo ansioso de tus besos. Tiempo ha que el pobre solitario ha renunciado. Triste, solo y desvencijado, el tiempo y el viento borraran las huellas del oscuro pasado, de este turbio recorrido en una de cuyas bifurcaciones nos hemos separado. El sol del nuevo dĂa, rejuvenecido por el matutino baño en punto lejano, espero te traiga de la mano. La sombra de esta palmera que desde el comienzo de esta desventura me ha acompañado, me cobijara del ardiente fuego que eran tus abrazos. Solo la luz de la luna bañara nuestro secreto, tranquila sirena mĂa, que cuando la noche sea cerrada, mi mirada servirá de faro a tu velero desorientado. Mis manos construirán el puerto que mis pensamientos soñarĂłn, mis lágrimás mojarán las arenas que tus cabellos un dĂa mojarĂłn, y mi corazĂłn soplara esas velas que una vez el mar surcarĂłn.
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