Que se lo pregunten a Moebius
Casi lo habĂa olvidado, el estres y tensiĂłn de mayo me lo han recordado. Por un tiempo pense que serĂa capaz, pero a nadie hubiese engañado. O sĂ. El caso es que son muchos años viendo el mismo rostro, sintiendo el mismo desengaño, y escribiendo lo mismo de siempre. Quiza es admirable la capacidad de desdibujar, de pintar una realidad que no es cierta. Pero siempre volvemos al principio. Quisiera pensar que este cĂrculo tiene salida, que cuanto más recorro más cerca me encuentro de ella, pero una vez más escribirĂa mentiras.
Pero es momento de tomar una decisiĂłn, ojalá la prĂłxima vez que escriba, sea por fin una diatriba, y no estas absurdas pinceladas con las que intento colorear mi vida. Pero ni la rabia ni la furia hacen que parta este pincel mĂo con el que dibujo una vida. En su lugar, lo empujan a atar estas palabras que luego dirĂ© no son mĂas. Y aquĂ sentado frente al ordenador siento la necesidad de contaros algo trascendente, en su lugar, solo dejo emanar esta idea impertinente que me rodea. Os he hablado de tristeza, de melancolĂa y del más absurdo y humano de todos los sentimientos: el amor. QuĂzá sea ya momento de sincerarme. Hoy, tras absurdas convivencias he recordado lo que pense podia olvidar; en realidad, nunca se ha ido de mi lado, tapado por mis ilusiones, en el fondo de unas ruinas que una vez fueron cimientos, se encontraba esta tonta idea que siempre me ha acompañado. Ahora sentada en mi regazo, me embelesa y me mantiene cálido. Se acabaron los temores, ya no soy mercenario en estas guerras que siempre he librado. Y aunque no haya patria que me espere, en la siguiente vuelta a esta rosca maldita que es mi vida, seguro que este lĂşgubre pincel una puerta habra dibujado, tras la cual una fosa esperara el recuerdo que debe ser enterrado.
A todas esas fosas que mi recuerdo han enterrado, a todos aquellos que mi verborrea ha engañado, a las ilusiones y pretensiones que haya podido enajenar, mil perdones. Ya no más, estoy cansado.
Pero es momento de tomar una decisiĂłn, ojalá la prĂłxima vez que escriba, sea por fin una diatriba, y no estas absurdas pinceladas con las que intento colorear mi vida. Pero ni la rabia ni la furia hacen que parta este pincel mĂo con el que dibujo una vida. En su lugar, lo empujan a atar estas palabras que luego dirĂ© no son mĂas. Y aquĂ sentado frente al ordenador siento la necesidad de contaros algo trascendente, en su lugar, solo dejo emanar esta idea impertinente que me rodea. Os he hablado de tristeza, de melancolĂa y del más absurdo y humano de todos los sentimientos: el amor. QuĂzá sea ya momento de sincerarme. Hoy, tras absurdas convivencias he recordado lo que pense podia olvidar; en realidad, nunca se ha ido de mi lado, tapado por mis ilusiones, en el fondo de unas ruinas que una vez fueron cimientos, se encontraba esta tonta idea que siempre me ha acompañado. Ahora sentada en mi regazo, me embelesa y me mantiene cálido. Se acabaron los temores, ya no soy mercenario en estas guerras que siempre he librado. Y aunque no haya patria que me espere, en la siguiente vuelta a esta rosca maldita que es mi vida, seguro que este lĂşgubre pincel una puerta habra dibujado, tras la cual una fosa esperara el recuerdo que debe ser enterrado.
A todas esas fosas que mi recuerdo han enterrado, a todos aquellos que mi verborrea ha engañado, a las ilusiones y pretensiones que haya podido enajenar, mil perdones. Ya no más, estoy cansado.
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