martes, abril 04, 2006

Querida enemiga

No he podido evitarlo, tenía que hacerlo, aquí me tienes, escuchandole a él queriendote conocer a tí. Y sin embargo, es a mí a quién descubro. Una sola canción basta para entenderme, ya no estoy triste, el domingo se fue y aunque el lunes no te trajo, un tesoro he encontrado. Y todo gracias a tí, otra vez...

Quisiera ser menos explícito, quisiera ser menos atrevido. Pero no puedo evitarlo, tengo que regalartelos. No puede ser de otra forma, confieso que no sabía si estaba preparado, decir lo contrario sería mentirte. Pero ante tanta sinceridad quiero corresponder y he aquí que te entrego uno de mis tesoros mejor enterrados. Has de saber que me han ayudado, esto que te entrego, pero no los necesito más, quiero desprenderme de ellos. Ha llegado el momento, conocerte me ha echo fuerte. De nuevo la paradoja se cierne sobre mí, te ofrezco aquello que me puede herir, pero es tan bonito esto que me haces sentir. Me aterra pensar que carezcan de valor para tí, pero siento que te pertenecen, son tantas las cosas que me has arrebatado. No te culpo, soy yo el que he querido interpretar que era de tu agrado. Te pido comprensión, sin imaginarlo siquiera, te has perfilado como el rostro que tanto tiempo he anhelado. La culpabilidad me embarga, me siento tan vacío, a tu lado todo es tan fácil que a veces me olvido. Me olvido de tí, para centrarme en mí, no debería pero esta sensación me vuelve egoista. ¿Pero cómo no serlo? Si me has devuerlto las ganas de escribir. Pero divago...

La inspiración de nuevo se escapa, se me agota el alma de ser sincero, pero no renuncio a lo que ya te he entregado. No es mucho, tan solo mis temores, pero significa tanto. Tuyos son, ya no me hacen falta, como un torbellino, mis cimientos has sacudido. Una vez más me sorprendo sonriendo. Gracias. Sinceramente te estoy agradecido, sin tí, mi blog carecería de sentido.

Por cada amor que rompes se cae la tinta de un poeta. ;-)

domingo, abril 02, 2006

De domingo

No hay lluvia en la ventana, ni tristeza cercana. Creo que no me puedo quejar, ¿y si no ha ido bien?, que más da, la semana ya acaba. ¿Entonces? La infinita melancolía me invade y una familiar sensación me envuelve. Como el alcohólico se refugía en la bebida (de la cobardía); Te evoco huyendo de la tristeza. Nada que hacer, el domingo vuelve a ganar la batalla. Como una derrota ya pactada, abro mi correo, no leiste mi última entrada? Quizá...

Con la llegada de la primavera, tu ausencia se hace más aguda, tu indiferencia cobra otro significado. Es domingo, no quiero pensar, siento como la luvia me humedece y reblandece. Raudo busco un lugar donde resguardarme. Pero la lluvía ya ha penetrado, mi corazón navega sin rumbo, hace aguas en este inmenso oceano. Alrededor observo como yacen otras ilusiones desesperadas. Un tronco que lleva tu nombre me aferra a los últimos estertores de este infernal día. A lo lejos una luz se distingue, muy a lo lejos. Su débil haz me sirve de guía, se trata del lunes, preocupado por mis alaridos acelera su inexorable paso, pero estoy exhausto. Yazco inerte, sumergido en ese cálido viaje hacía el nuevo día. Con todas mis fuerzas arrebato esta página del calendario.

Entonces una súbita esperanza me recorre, mañana quiza te vea. Pero las dudas me atormentan. ¿Como decirte todo lo que quiero? Ni siquiera sé si me lees, si me conoces, si te intereso. Máldito domingo...

No quería hacerlo, prometí nunca más hablar de domingos. Pero como no hacerlo, ¿ si tu has abierto la caja de Pandora? Supuse que podría hacer un blog sin más. Sin embargo tu lo invadiste todo. Una sonrisa tuya basta para escribirlo todo. No me gusta esta entrada quiza la borre, quizá nunca la publique. Pero supongo que el domingo también soy yo. Es algo de mí que no compartía, ahora en cambio te lo regalaría. ¿porqué? No lo sé, quizá esa sensación. Quizá que contigo han vuelto los domingos. A lo mejor es sólo que nunca se fueron. Que estaban allí esperando que tu vinieses, que les dieses el aviso, para recordarme otros tantos que no fueron y que pudieron ser. El domingo se marchita, vuelvo a mí, y aunque no te tengo cerca no me preocupa. Hasta el próximo domingo tengo tiempo, no se porque pero siento que tengo tanto tiempo para esperarte, que no tengo miedo. Sólo una profunda rabia, por lo que podía ser y no es, por los abrazos, besos y suspiros que, dejas de recibir, sentir y oir.

El lunes te sueño, para recordarte el martes, mientras el miércoles te suspiro, el jueves me despido, pues el viernes no te veo, y añorandote el sabado, el domingo te escribo.

Lo sé, otra victoria para el domingo, ya no quiero escribir, he dejado de sentir, me encierro en mi mismo. Mañana sera otro día, ¿querrás entonces ser mía?